Poniendo en valor el diseño original con BORSO

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Como abogado, y a priori alejado de nuestro sector del diseño y la arquitectura, ¿cómo ha sido la experiencia al realizar tu nueva sede con Viccarbe?

Lo cierto es que no estoy tan lejos del sector porque tenemos clientes y amigos diseñadores, arquitectos, artistas… incluso familia afín. Habitualmente nuestro sector tiende a ser clásico, a veces incluso algo barroco, pero nuestra máxima es la simplicidad y la diferenciación por lo que enseguida conectamos con Viccarbe. Nos fascina cómo un mobiliario tan icónico y reconocible puede ser al mismo tiempo discreto, atemporal y sobre todo colaborativo. Nuestro cliente tipo son empresas y profesionales de alto valor añadido, muy internacionalizadas, por lo que la agilidad y colaboración en el despacho es clave en nuestro día a día.

Además de expertos mercantilistas, BORSO destaca por la defensa de la propiedad intelectual. ¿Qué nos puedes contar al respecto?

Son ya muchos años de especialización en la defensa jurídica de nuestros clientes, por lo que hemos visto un significativo auge en el interés de las empresas en añadir a su core business el diseño como elemento diferenciador. Nuestra sociedad está cada vez más identificada con marcas que conectan emocionalmente con el cliente y quiere saber quién está detrás esas marcas, quién es el alma que genera esa diferenciación que tanto nos atrae. Por este motivo tanto la distribución como los clientes finales han evolucionado detectando y diferenciando quién crea y quién copia.

¿Cómo ha sido tu experiencia defendiendo a Viccarbe estos años frente a diferentes copias de empresas internacionales?

Nunca hay un caso igual, pero lo habitual es que copien a Viccarbe empresas y/o diseñadores de perfil bajo que tratan erróneamente de imitar un caso de éxito para conseguir un rápido posicionamiento que por sus medios no son capaces de lograr. Este patrón se repite, tanto copiando o imitando sus productos, así como su concepto de marca. Pero afortunadamente la justicia está cada vez más sensibilizada con el valor de la propiedad intelectual y nos acompañan ya muchos casos de éxito donde hemos retirado copias del mercado, destruido moldes, catálogos y demás material promocional, recibiendo a la vez importantes compensaciones económicas.

Viccarbe invierte importantes recursos trabajando con los mejores talentos creativos internacionales, registros industriales y técnicas productivas diferenciadas que hacen que la copia sea cada vez más compleja, bien por lo evidente que resulta si llegan a realizarla, o por lo complejo y costoso que supone para el fabricante copiador. Es curioso cómo la ignorancia puede llegar a ser tan atrevida y aun veamos casos que rozan lo ridículo por el atrevimiento que suponen ciertas copias tan evidentes pero afortunadamente cada vez ocurre menos.

¿Qué consejo darías a una empresa que quiera defender la originalidad, la propiedad intelectual y el valor añadido?

Que no se rinda y vea este camino de éxito como una carrera de fondo porque lleva muchos años construirse una reputación y solo unos minutos arruinarla. En un mundo tan conectado y con una competencia tan veloz y preparada, solo la originalidad y el respeto por la propiedad intelectual marcará la diferencia sobre los competidores. La calidad, el servicio… estos valores hoy se dan por descontados. El nivel empresarial ha subido muchísimo estos años, por lo que ya no son suficientes para defender una posición significativa en el mercado si esta no va acompañada de un valor añadido implícito en la cultura de la compañía. Si no te diferencias por alguna razón, serás sustituido por cualquier razón.

¿Y a una empresa que base su estrategia en la copia? 

“Si te copian es porque te envidian y si te critican es porque no te pueden copiar”, utilizamos a menudo esta frase en el despacho. Al final los atajos pueden parecer una ayuda en crecimientos iniciales pero son cortoplacistas y muy perjudiciales para el brand equity de cualquier empresa. El consumidor ha madurado mucho gracias a un acceso rápido a la información por lo que al final es él quien termina premiando y castigando más incluso que una severa sentencia judicial.